Lo que en algún momento fue una molesta prótesis se tornó vital salvación para Stipe Cavlovic.
Situémonos: Zagreb (Croacia). El señor Cavlovic y su mujer Mirna van paseando tranquilamente cuando les sale al paso una pareja mal encarada. Uno de ellos saca una pistola, encañona a Mirna y dispara a quemarropa.
“No ví como la bala daba a mi esposa. Sólo pude ver el fogonazo”, declaró el señor Cavlovic, “Después noté que algo golpeaba mi dentadura postiza y escupí el plomo caliente. Dolió muchísimo pero afortunadamente estamos vivos” .
Expertos en balística pudieron reconstruir la sucesión de hechos: El disparo rebotó en el pómulo de la esposa haciendo que la bala frenase considerablemente su velocidad, lo que permitió que los dientes de Stipe detuviesen el proyectil definitivamente.
El pistolero también fue frenado en su huida, pero la dentadura postiza del señor Cavlovic no tubo nada que ver: la que detuvo al criminal fue la policía que, seguramente, no descarta ponerse en contacto con el dentista de Stipe para hacerle un pedido de dientes antibalas. Por lo que pueda pasar.
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